A tiempos la habitación se llenaba de un aire viciado, mi silueta tan solo parecía la de un combatiente desnudo, al borde del arrecife, oculto entre sombras observando la llanura y al borde de hundirme en mí.
Mary era la única que conseguía renovar aquel aire viciado, me miraba, y sonreía tendiéndome su mano, bailábamos hasta terminar exhaustos, entonces alguna melodía a media voz acunaba nuestros enflaquecidos cuerpos al ritmo de sueños.
Conocí a Mary en una tarde ciega en Vladivostok, quietecita, mordiéndose los labios, y tan ausente como si no mirara nada, notaba el rubor en sus mejillas cuando la miraba… fue una tarde en la que no dijo nada, sin embargo, sonrió y se instalo en mi vida en años…. En sus ojos habitaba una pena que le brotaba a veces, nunca tuve la certeza de saber de que… en algunos momentos fuimos una sola persona, en otros era un amasijo impenetrable. Dominaba su vida a la perfección, sus sueños, su forma de vida, su ir y su venir, y le encantaba sentirse deseada, era como un vicio para su vida, como si el paso del tiempo necesitara saciarlo sintiéndose deseada.. una legion de almas a sus pies necesitaba, pero tenía un corazón enorme repleto de amor sin dar. Todo aquel amor debía ser para alguien y ella lo iba amontonando en sus rincones. Sentí inmenso amor por ella, sin embargo ella, con su bañador de mariposas y sus gafas de bucear, negaba cualquier insinuación al respecto.
Una noche termine en el filo de su casa, sus manos se templaron y me tendieron una taza de café, sabia de mi vicio por él, aspiré aquel aroma rancio de café recalentado. Podía ver su carne a través del jersey, despuntando hambrienta. Ella ladeó la cabeza y sorbió aquel café, la observaba con tantas veces, miraba exhausto aquel regusto tibio a café que se le había quedado en los labios, se sentó junto a mí y pude notar aquel sabor en mi propia boca, la miré y me sentí arder, su sexo, el mío, cediendo a la gana, sacudiendo la rabia acumulada de días, me deje allí parte de mi ser, allí es donde ella había decidido refugiarse abstraída del mundo y de todos los que habitábamos en él.
Conocí a Mary en, hace tanto tiempo, tanto amor, y siempre terminaba desnudándome por ella y le decía que la quería, mientras ella quedaba muda y en sus ojos decían miedo, y su mente ungía las ganas de huir. Porque Mary vestía chaquetas grandes de color porque tenía miedo, y zapatos de un número más, para llegar antes, porque tenía miedo, y se encajaba sonrisas de ala ancha porque tenía miedo. Miedo de vivir, de la vida, de la herida que podía venir….miedo que llevaba pegado con belcro a su carne, miedo de no saber qué sería de ella cuando pasara el tiempo, miedo a pensar que pasa el tiempo, la vida y el mar.
Mary era la única que conseguía renovar aquel aire viciado, y cuando llegó mi hora, ella fue la que arrasó con todo y llenó de vicio el aire de la habitación, vicio de ella…y allí quede, con el aire enmohecido, y sin ella.
Uno, dos, tres…..Si cierra la puerta , la noche podría durar para siempre. Dejar al sol fuera y no decirle hola jamás.
Todas las personas están bailando y se divierten como me gustaría que me pasar a mi.
Pero si usted cierra la puerta, nunca tendría que ver el día otra vez
Si cierra la puerta , la noche podría durar para siempre, dejar fuera la copa de vino y el brindis
Oh, algún día lo sé, alguien me mira a los ojos , me dirá hola y me dirá lo especial que soy.
Pero si usted cierra la puerta, nunca tendría que ver el día otra vez
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